Thursday, October 07, 2010

Visita al Convento Mater Dei de Quines

    Cuando salimos rumbo al convento de Quines, les comenté a los seminaristas algo que habíamos leído en clase sobre los reinados de David y Salomón, que a continuación transcribo:

El reino de David ha sido un tiempo de combates y de humillaciones; el de Salomón, un tiempo de paz y de esplendor. David siempre está en campaña; su misión histórica es reducir a los enemigos de Israel, y asegurar al pueblo la libertad necesaria para que pueda servir fielmente a su Dios. En esto prefigura a Cristo, quien debió luchar contra el enemigo infernal y vencerlo, expulsando al Príncipe de este mundo y liberando a los hombres de su esclavitud. David no pudo construir el Templo por causa de las guerras, hasta que Yavéh al fin de su gobierno, puso a todos sus enemigos bajo sus pies1, prefigurando así el actual Reino de Cristo, que será un reino de lucha hasta que el Señor acabe por poner a todos sus enemigos bajo sus plantas2. Por el contrario, Salomón -que significa el Pacífico- puede decir a Hiram, rey de Tiro : "Tú sabes que David, mi padre, no pudo hacer casa para Yavéh, su Dios, por las guerras que tuvo en torno, hasta que Yavéh los puso bajo la planta de sus pies. Ahora Yavéh, mi Dios, me ha dado la paz por todas partes: ni tengo enemigos ni querellas"3 , Es que en verdad "tenía el dominio sobre toda la tierra, del lado de acá del río . . . y tuvo paz por todos lados en derredor suyo. Judá e Israel habitaban seguros, cada uno debajo de su parra y de su higuera, desde Dan hasta Beerseba, durante toda la vida de Salomón"4.

Es, en el fondo, el cumplimiento de la promesa que Yavéh hiciera a David: "He aquí que te nacerá un hijo, que será hombre de paz, y a quien yo daré paz, librándole de todos sus enemigos en derredor. Su nombre será Salomón y durante su vida haré venir yo sobre Israel la paz y la tranquilidad"5. Pareciera como si en el gobierno de Salomón ya no hubiera contradictor: presagio de los tiempos escatológicos en los cuales el Maligno adversario será del todo impotente. David ha presagiado de manera notable sobre todo las humillaciones de Cristo6: como Jesús, David, combatido por su hijo Absalón, sale de la ciudad, franquea el Cedrón, y atraviesa el Monte de los Olivos; como Jesús, es insultado y burlado por aquellos mismos con quienes había hecho gala de su bondad. Y así como David, después de esas humillaciones, retornó a su trono con un esplendor todavía mayor, así Cristo, después de su agonía y de su cruz, vuelve a entrar en su Reino de resurrección7.

Tales humillaciones son totalmente insólitas en el reino de Salomón, el cual nunca aparece como un rey humillado y dolorido, sino por el contrario, como un soberano glorioso, feliz y en paz, con la suma del poder. Su consagración, obrada por la doble autoridad del sacerdote (Sadoq) y del profeta (Natán), ya es por sí misma una imagen de plenitud. Su reino es de gloria y triunfo total, ya que se caracteriza por la total coincidencia del poder y de la sabiduría, coincidencia que es una cualidad específica de la condición escatológica. En la tierra, generalmente, no se alían el poder y la sabiduría.


 

    Lo que más me había llamado la atención era la última oración: "En la tierra, generalmente, no se alían el poder y la sabiduría." Y esto a raíz de un artículo que acababa de leer, http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/7/10/2010/aa7005.html , les dejo las consideraciones personales a cada uno.


 

    Lo cierto que continuamos nuestro viaje hasta Quines. Luego de una feliz recepción y almuerzo, descansamos un poco y a las 17 hs., celebramos la Santa Misa, la memoria de Ntra. Sra. del Rosario, ocasión más que oportuna para hablar de la filiación divina, de la paternidad y maternidad.

    El Evangelio del día, nos hablaba de la insistencia para pedir a Dios lo que necesitamos y la imagen patente del padre que a pesar de ser malo da cosas buenas a sus hijos, contrapuesto con la imagen de Dios Padre, que siempre dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan, el Don de dones.